En ocasiones los sustitutos, como los polos, se atraen.
La semblanza `implícita´ llega a su límite en el momento en el que uno de ellos lo decide.
Es cuestión, única, de uno cuando el otro se mantiene.
Estar.
Aceptar y dejarse llevar.
Cuando lo que sea que hace que sea se muestra en el camino; ése, es momento de decidir. Decidir si dejarse llevar, confiar, prestar una libertad.
El temor, adhiere los pasos desconfiados sobre el asfalto. ¿Hasta qué punto es preciso?
Dar por hecho es el mejor y acertado modo de adelantarse al por venir.
Pedir y sentir una realidad aún abstracta es la filosofía más amena y satisfactoria que uno puede saborear.
Programar.
xox
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